Muchas personas que intentan tener un hijo se preguntan hasta qué punto sus hábitos de vida influyen en la fertilidad. Entre ellos, el consumo de tabaco y alcohol es uno de los factores más estudiados por la medicina reproductiva. Aunque son sustancias normalizadas socialmente, su impacto en la salud reproductiva es significativo tanto en hombres como en mujeres. Conocer los efectos reales es fundamental para tomar decisiones más conscientes en el camino hacia la concepción.
Tabaco y fertilidad: consecuencias en mujeres y hombres
El tabaco contiene más de 4.000 sustancias químicas, muchas de ellas tóxicas para el organismo. Su efecto sobre la fertilidad se ha demostrado en múltiples estudios, tanto en la función reproductiva femenina como en la masculina.
En la mujer:
Acelera la pérdida de la reserva ovárica, adelantando la llegada de la menopausia.
Aumenta la probabilidad de alteraciones en la ovulación.
Incrementa el riesgo de embarazo ectópico.
Reduce la receptividad del endometrio, dificultando la implantación embrionaria.
En el hombre:
Disminuye la concentración y movilidad de los espermatozoides.
Aumenta la fragmentación del ADN espermático.
Se relaciona con mayor incidencia de disfunción eréctil.
El tabaquismo pasivo también tiene consecuencias. Parejas no fumadoras expuestas al humo de manera habitual presentan menor probabilidad de concepción que aquellas sin contacto con ambientes con humo.
Alcohol y fertilidad: lo que dice la evidencia

El consumo de alcohol también interfiere con la capacidad reproductiva, aunque el impacto depende de la cantidad y frecuencia de ingesta.
En la mujer:
Puede alterar la ovulación y el ciclo menstrual.
Se asocia a menor tasa de éxito en tratamientos de reproducción asistida.
Aumenta el riesgo de aborto espontáneo.
En el hombre:
Afecta a la producción de testosterona y, en consecuencia, a la espermatogénesis.
Reduce la movilidad de los espermatozoides.
Se ha relacionado con mayor riesgo de alteraciones en la morfología espermática.
La evidencia indica que incluso consumos moderados pueden tener un efecto negativo en la fertilidad, aunque las consecuencias son más marcadas en casos de consumo elevado o crónico.
Impacto combinado de tabaco y alcohol
Cuando ambos hábitos se suman, el efecto negativo es aún más pronunciado. Los estudios muestran que las parejas en las que ambos miembros fuman y consumen alcohol tienen una tasa de concepción natural más baja y peores resultados en reproducción asistida.
Además, durante el embarazo, el consumo de estas sustancias multiplica los riesgos: bajo peso al nacer, complicaciones en el desarrollo fetal y mayor probabilidad de parto prematuro.
Prevención y medidas prácticas
La mejor medida para reducir el impacto de tabaco y alcohol en la fertilidad es la eliminación completa del consumo. Sin embargo, dejarlo puede resultar un reto, sobre todo en contextos sociales donde forman parte de la rutina. Estas son algunas estrategias útiles:
Buscar apoyo profesional para dejar de fumar o reducir el consumo de alcohol.
Sustituir hábitos relacionados con el tabaco y el alcohol por actividades saludables (deporte, paseos, hobbies).
Evitar entornos en los que se normaliza su consumo.
Informarse en pareja sobre los riesgos para motivar un cambio conjunto.
En algunos casos, los especialistas recomiendan acompañar el proceso con pautas nutricionales que favorezcan la recuperación de la calidad espermática y ovocitaria, como explicamos en el artículo sobre alimentación y fertilidad: hábitos que favorecen la concepción.
Tabaco, alcohol y tratamientos de fertilidad
En mujeres sometidas a FIV o inseminación artificial, fumar o beber puede disminuir las tasas de éxito. En hombres, los parámetros seminales mejoran de manera significativa a los pocos meses de dejar estos hábitos, lo que aumenta las posibilidades de lograr un embarazo.
Por ello, los especialistas recomiendan dejar el tabaco y reducir o eliminar el alcohol al menos tres meses antes de iniciar un tratamiento de reproducción asistida. Este tiempo permite que se regenere en parte la calidad del esperma y que el organismo femenino mejore su receptividad.
Aspectos emocionales
Para muchas personas, dejar el tabaco o el alcohol no es solo un cambio físico, sino también emocional. Estos hábitos están asociados a momentos de relajación, socialización o gestión del estrés. Buscar apoyo psicológico o grupos de ayuda puede ser clave para sostener el cambio a largo plazo.
Es importante recordar que no se trata de un sacrificio puntual, sino de una inversión en la salud reproductiva y en el bienestar del futuro embarazo.
Conclusión
El tabaco y el alcohol son factores modificables que influyen de manera clara en la fertilidad femenina y masculina. Reducir o eliminar su consumo no solo aumenta las posibilidades de concepción, sino que también protege la salud del embarazo y del bebé. Tomar conciencia y apoyarse en profesionales especializados son pasos decisivos para recorrer este camino con mayor confianza y esperanza.
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Staff
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